lunes, 21 de mayo de 2012

ANTE LA CERTEZA, IMPROVIZAR.
Por Guillermo A Amézquita V. Profe Gastos inútiles de energía y esfuerzo continuos supone hoy en día el ejercicio pedagógico, cuando la labor cede lugar al capricho de los gurúes de la educación que esgriman, cada vez a más corto plazo, sus brillantes teorías que apuntan sin error hacia la “calidad total”, por supuesto no la que pretendemos. Sin vacilación las modas decantadas de la pedagogía y la experiencia del docente arrojan serias dudas sobre la infalibilidad de modelos, métodos, estrategias, tendencias y cientos de argumentos que entran a diario al caldero de la educación para sazonar de pretensiones el hecho de enseñar o el de aprender dentro de unas circunstancias permanentemente variables, mucho más que los cambios de fondo que se suceden al interior de las instituciones educativas. Pensar el hecho pedagógico como un proceso incierto; como un conjunto de conjeturas optimistas por parte del docente contrapuestas con las no menos válidas, del estudiante; con la realidad que los circunda; con las posibilidades del cambio y los paradigmas vigentes supone ya de entrada una tarea compleja y ambiciosa que no puede ser reducida a una fórmula mágica que desencadene acontecimientos controlados y no menos sobrenaturales. Como proceso y realidad social, mas no como técnica instruccionista, la educación nos remite de entrada al mundo de la subjetividad y con él al hecho de acomodarse a la incertidumbre o perecer en el mar de contradicciones que entrega por doquier el ser humano. Pensemos brevemente a manera de ejemplo en que una clase supusiera el trabajo de un bodeguero que lo único que tiene que hacer es ubicar objetos a su acomodo y necesidad dentro del espacio y el tiempo de que dispone. Ahora volvamos a la realidad y detengámonos en las particularidades de nuestra labor como docentes sin pretensiones de bodegueros. LA CLASE COMO TERRITORIO CREATIVO. La pretensión principal de este articulo está en plantear el hecho pedagógico cotidiano: la clase como un espacio propicio para la improvisación vista esta desde la óptica de los procesos creativos emergentes por naturaleza en un grupo social, sin más mediación que el conocimiento como posibilidad de construir seres humanos a partir de la interacción de sus emociones y saberes propios. La creatividad vista más allá de los tradicionales procesos artísticos, entra a ser condición y cualidad de movilidad que permea todo acontecimiento, yendo más allá de la creación y de la innovación a la posibilidad de producir algo a partir de algo. En este sentido concibo mi práctica docente como un ejercicio creativo cada vez más desligado del guión preconcebido y deshonesto de la transcripción de contenidos y la acumulación de informaciones sueltas, máxime en una época caracterizada por el exceso de la información circulante de todo tipo, lo que me permite reconsiderar la labor tradicional de la escuela como ente transmisor por el de centro de formación en la construcción de sentidos propios y particulares a partir de la experiencia de vida y el contexto social de sus estudiantes. No obstante la acumulación de prácticas sin reestructuración alguna de las existentes, hace recaer la práctica pedagógica en la trampa de la acumulación permanente, como si se tratara de capital económico únicamente y no la mutabilidad y adaptabilidad a los referentes sociales y a las necesidades de una comunidad en formación, expansión y crecimiento. Alguien me recordaba que en pedagogía, o mejor aún en la práctica docente, debían estructurarse “acciones intencionadas”, es decir, cargadas de una clara intención formativa indistintamente de las estrategias y los métodos empleados que a pesar de ser en muchos casos parte del legado de las repeticiones con que se nos ha formado como docentes, también pueden resultar innovadoras o particularmente apropiadas si es de la iniciativa del maestro constituirse como un profesional efectivo y no simplemente ampliamente calificado. Pensar el oficio del docente como el de catalizador de procesos creativos del estudiante alrededor de motivos de todo tipo y excusas temáticas que favorezcan su participación transformadora de la materia prima que es el conocimiento, su adecuación a las circunstancias que reconoce como propias y la mediación de este con otros contextos, puede dar la pauta para desterrar la monotonía actual existente para los diferentes actores educativos y que se refleja en el desinterés por unas prácticas que se han ido vaciando de sentido con el transcurrir de los años, no solo por la natural entropía sino por la acción conjunta de otros componentes que inciden en la estructura y funcionamiento del sistema educativo para perpetuar sus intereses. USAR LA INCERTIDUMBRE. Como faltos de conocimiento seguro sobre alguna situación y no como radical certeza encontramos hoy caracterizados en la práctica muchos de los procesos educativos, esto lo evidencian la multiplicidad de metodologías y enfoques didácticos del oficio que transitan caóticamente sin la posibilidad de ser asimilados por el docente, quien normalmente pica aquí o allá en su intento de dar en el clavo y provocar situaciones significativas para sus estudiantes cuando no simplemente seguir trasladando conocimientos. Esto sin duda pone de manifiesto la necesidad de abordar el quehacer docente con otro sentido que inquiete al estudiante, lo provoque y lo conduzca hacia la acción creativa como condición para la vivencia de sus realidades dentro del contexto de sus ideas y sentimientos propios y no solo los condicionantes culturales. Preguntas como ¿qué es lo válido, lo significativo, lo necesario, lo esencial, lo fundamental y lo importante?, son necesarias de realizar si se quiere dar sentido a algo tan abstracto como se ha vuelto la educación en este tiempo y tan lejano a la tradición de las instituciones que la abanderan; esto si se quiere ser contundente y decidido a la hora de incidir en los grandes cambios a los que nos vemos abocados en esta centuria no por accidente ni por encerrona de Dios o del destino, sino como consecuencia directa del laberinto de nuestros actos. Contra restar los círculos repetitivos con las espirales de la creación. Chocontá, Mayo de 2012

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