lunes, 14 de octubre de 2013
BASURÁRBOL
Ocurrió una mañana cualquiera en que los
estudiantes del Rufino, acostumbrados a botar
basura en todo lugar, descubrieron con sorpresa y
algo de fascinación cómo en la matera del patio,
acostumbrada a servir de caneca, se levantaba la
figura de un extraño árbol mitad planta y mitad
armazón de papeles. Los comentarios al respecto
pronto llegaron a oídos de todos, algunos no
parecieron darle importancia pero los más
incrédulos se acercaron para comprobar por sí
mismos algo tan insólito en un lugar tan normal.
Alguien opinó que de inmediato fuese cortado de
raíz ese horrible engendro de la naturaleza
humana, por cuanto afeaba el lugar e invitaba al
desorden.
Transcurría el día entre murmullos que trataban
de explicar tan extraño acontecimiento, cuando la
profe Teresita sentenció: “se recoge lo que se
siembra”. Esta frase pareció quedar dando
vueltas en la cabeza de Maicol Yobany toda la
mañana hasta que se animó a compartirla con su
padre, quien luego de un corto silencio le
contestó: “así es mi querido Maicol recogemos el
fruto de nuestras acciones, buenas o malas y casi
siempre somos tan necios como para
comprenderlo y hacer algo al respecto”.
Al día siguiente los niños acudieron en tropel para
observar con más detenimiento el árbol, que ya
para entonces alguien había bautizado como el
Basurárbol. De lo primero que se percataron fue
que tenía más hojas que el día anterior y algo se
avistaba en forma de fruto, ante lo cual la profe
Noelba, que pasaba por el lugar, como siempre
tratando de hacer entrar en razón la los
“Botapapeles”, comentó: “si produce frutos no
demorará en esparcir sus semillas según la ley de
la naturaleza “. Ante semejante panorama voces
invitaron a acabar con la planta para dar por
terminado el problema; así se dispusieron a
hacerlo cuando María Camila con su seriedad
acostumbrada les dijo:” y de que va a servir si nos
la pasamos sembrando basura por todo lugar...ya
nacerán nuevos de estos árboles”.
En efecto, dicho y hecho empezaron a aparecer
por todo el lugar más Basurárboles de todas las
formas tamaños y colores, cada uno mucho más
extraño que el anterior.
Pronto la preocupación empezó a apoderarse de todos,
incluso de los estudiantes de 403 que solo pensaban en
el próximo partido. Algo tiene que hacerse, que la rectora
se presente a solucionar el problema y dar ejemplo, que
José el jardinero se encargue, que se inventen algo los
de mecatrónica o que llamen a los bomberos, se
escuchaba, entre otras geniales ideas.
No obstante el profesor Andelfo junto con el profe
Santiago veían con algo de beneplácito cómo se habían
juntado, sin planearlo en ningún proyecto, la solución y el
problema, claro que sin saber cuál era cuál.
Mientras tanto, los Basurárboles continuaban su tarea
de crecer por todo el lugar, agrietando paredes y
levantando el piso recién hecho para desconcierto de la
Asociación de Padres que veía frustrado su esfuerzo.
El patio central quedó inhabilitado para el deporte, ni
siquiera para una formación, los niños de preescolar lo
aprovechaban como bosque para jugar a las
escondidas. El estadio si que menos, parecía un recodo
del amazonas sólo que decorado con empaques de
papas, chitos, trocipollos, trissitos y de todito, si... de
todito lo que nos estaba envenenando primero y
contaminando después.
El ímpetu de la naturaleza nunca pareció ensañarse
tanto en un solo lugar, atrás quedaron terremotos,
tsunamis e incendios ante la novedad y complejidad de
esta nueva tragedia.
“Se recoge lo que se siembra” parecía repetirse en forma
de eco por todo el lugar,“se recoge lo que se siembra”
decían las ventanas cubiertas de enredaderas de
plástico,“se recoge lo que se siembra” pensaba Maicol
Yobany mientras trataba de recordar la imagen del
colegio hace unos días antes de la aparición del primer
basurárbol; ¿por qué no vimos venir el problema?,
pensaba. ¿Por qué no hicimos nada al respecto cuando
pudimos?.“Se recoge lo que se siembra” continuaba
repitiendo el eco aliado con la conciencia y la
desesperación.
Los que van para Bogotá ven de lejos un gran basurero
en lo que fue antes un gran colegio, solo que su
curiosidad no es suficiente para acercarse y comprobar
que es el más grande de los bosques que ha sembrado
el ser humano.
por GUILLERMO AMÉZQUITA. 2013
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